viernes, 21 de enero de 2011

LA LUZ Y SU LONGITUD DE ONDA

A pesar de que pueda parecer excesivamente científico, comprender la naturaleza de la luz y sus fundamentos nos sirve, como fotógrafos, para comprender su comportamiento en las innumerables situaciones de iluminación que nos encontramos durante la tarea de fotografiar y para decidir en cada momento qué hacer para controlar esas situaciones de luz. 

Aún es pronto para entrar en cuestiones prácticas, aunque estas serían, en cuanto a este asunto de la longitud de onda, comprender cómo se comporta la luz  cuando se desplaza hasta nuestra cámara y los principios del color, básicamente.

LA LONGITUD DE ONDA DE LA LUZ

La cuestión importante del movimiento de las ondas es que, si bien toda la «familia» de las radiaciones electromagnéticas parece desplazarse de este modo, cada tipo de radiación tiene su propia longitud de onda. Estas diferencias en longitud de onda son grandes, y dan a cada forma de radiación electromagnética sus peculiares propiedades, muy diferentes de todas las demás. Por ejemplo, algunas ondas pueden medir más de un kilómetro y medio de cresta a cresta, y son muy conocidas como ondas largas en radiotelefonía.
Otras pueden tener menos de una diez mil millonésima de milímetro (rayos gamma).

Podemos relacionar la posición de las radiaciones luminosas dentro de la familia de las radiaciones electromagnéticas dibujando una sencilla escala de longitudes de onda, o espectro electromagnético. Uno de los problemas que plantea hacerlo es escoger la adecuada unidad de medición. Si, por ejemplo, escogiéramos centímetros, nuestras ondas de radio se calibrarían en millones, y los rayos gamma en centenares de millonésimas. Por consiguiente, las escalas de medición cambian a lo largo del espectro, a fin de mantener los números dentro de proporciones manejables.

Las radiaciones electromagnéticas que tienen longitudes de onda comprendidas entre 1 y 100 unidades X (diez mil millonésimas de milímetro) poseen propiedades entre las cuales figura la posibilidad de penetrar metales densos o destruir los tejidos humanos. A medida que aumentan las longitudes de onda en millares de unidades X, las radiaciones cambian, pasando de rayos gamma y rayos X «duros» hasta la radiación X «suave», rayos que poseen potencia menos penetrante y de reducidos efectos mortales, por lo cual se utilizan en medicina. Las longitudes de onda más largas suelen calibrarse en unidades Angstrom o milimicras.

1 Unidad Angstrom (1 Å) = 1/10 millonésima de milímetro = cm.
1 milimicra (1 ) = 1 millonésima de milímetro = 10-7 cm.

(Emplearemos la mayoría de longitudes de onda apropiadas para la fotografía en Angstroms.)

La radiación con longitudes de onda superiores a unos 50Å hasta 4.000Å tiene poca capacidad de penetración, y, en cambio, posee la posibilidad de blanquear colorantes y producir «fluorescencia» en algunas sustancias.
Esta radiación electromagnética se conoce con el nombre de ultravioleta.

 Fotografía de luz ultravioleta

El cuerpo humano no puede sentir la presencia de los rayos gamma, X, o ultravioleta, si bien todos ellos pueden ser nocivos para los tejidos humanos.
Afortunadamente, la mayoría de estas radiaciones procedentes de focos “naturales”, situados en el espacio exterior, ven interceptado su camino hasta nosotros por las capas ionizadoras que se encuentran en la atmósfera superior de la Tierra. Los focos hechos por la mano del hombre se utilizan en circunstancias rigurosamente controladas, para fines médicos o industriales.

La radiación electromagnética dentro de la estrecha franja comprendida entre 4.000Å y 7.000Å tiene la capacidad de estimular la retina que hay en el fondo de nuestros ojos, dándonos la sensación de luz. De ahí que tal radiación se conozca con el nombre de luz visible.

Ojo humano

A partir de 7.000Å y hasta una longitud de onda de 1/10 mm, la radiación ya no estimula al ojo, sino que se hace cada vez más sensible a la piel en forma de sensación de calor. Se conoce con el nombre de radiación infrarroja y de calor radiante. 

Fotografía de luz infrarroja de un ser humano


Más allá de 1 cm de longitud de onda, la radiación va cambiando gradualmente de naturaleza hasta adquirir la forma que se utiliza en el radar. Esta radiación sólo puede percibirse mediante equipo electrónico, si bien algunas de las radiaciones de radar de mayor longitud de onda pueden ser perjudiciales para los tejidos humanos. Es peligroso acercarse a un potente disco transmisor de radar. La radiación de longitudes de ondas superiores a 10 m se emplea progresivamente como ondas de radio cortas, medias y largas.

Parece extraño que no podamos percibir biológicamente una cantidad tan importante del espectro electromagnético. Sin embargo, a pesar de existir en la naturaleza longitudes de onda de radio, infrarrojas, ultravioletas, rayos X y rayos gamma, procedentes del espacio exterior, el hombre ha evolucionado sin necesidad de dispositivos de detección (o de defensas biológicas) para estos tipos de radiación.

Pudiera darse el caso de que seres existentes en otro planeta, con un medio ambiente diferente, disfrutaran de órganos capaces de sentir, por ejemplo, las ondas de radio, pero ser completamente ciegos a la luz visible, tal como la conocemos los seres humanos de la tierra.


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